.... un minuto de comunicaciòn con nuestro Padre Celestial nos enseña a Ser Felices

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Amén

sábado, 28 de agosto de 2010

RIQUEZA y AUTODOMINIO

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La persona de éxito alcanza el autodominio; el que tiene autodominio goza de todas las riquezas.

   El autodominio permite a la persona de éxito disfrutar de todas las riquezas de varios modos. El autodominio sustenta la paciencia y la diligencia necesarias para crear la riqueza, a la vez, el autodominio nos capacita para que no nos desviemos de los objetivos a largo plazo, seducidos por las ganancias a corto plazo.
   Cuando se ha alcanzado el éxito, el autodominio impide a la persona de éxito caer en la presunción y derrochar los frutos del trabajo honrado. Un provervio budista lo ilustra así: << El botín de guerra se gasta en fiestas por la victoria >>. Si no trabajamos más que para consumir, y si consumimos todo lo que ganamos, entonces no es posible el progreso. El uso que damos a los frutos de nuestro trabajo, además de satisfacer las necesidades básicas, es fundamental para la continuidad y el progreso de la prosperidad. Nada pone nuestras almas a prueba tanto como el fracaso y la derrota, pero los reveses pueden llegar a estimular la decisión y la mejora personal. Cuando obtenemos algún éxito, tenemos la tentación de sentirnos satisfechos de nosotros mismos, lo que puede hacer de que nos quedemos estancados o que se nos llene la cabeza de un concepto exagerado de nuestra propia valía. Como dijo Alí: << No hay prueba mayor que la satisfacción>>.... Fuente: " El Arte de la Riqueza" Thomas Cleary, publicado por Oscar Montilla. 
 
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Salmo 23

El señor es mi pastor, nada me faltará.
Él me hace descansar en verdes praderas, me conduce a las aguas tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre.
Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal, porque tú estás conmigo, tu vara y tu bastón me infunden confianza.
Tú preparas ante mí una mesa, frente a mis enemigos; unges con óleo mi cabeza y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu gracia me acompañan a lo largo de mi vida; y habitaré en la casa del Señor por muy largo tiempo.

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