.... un minuto de comunicaciòn con nuestro Padre Celestial nos enseña a Ser Felices

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Amén

sábado, 2 de enero de 2010

AUTOESTIMA

De dónde sacar energías para seguir

Puede llegar el momento en que elijas sentarte en un tronco seco junto al camino. No es fácil andar sin tomar un respiro. Te tomas tu tiempo con vistas a preparar nuevas fuerzas para la marcha. Sin embargo, a veces llega el momento de retornar a la faena y no ves suficiente motivación para hacerlo.

Si eres alguien con sueños en esta vida, cosas por las cuales luchar, es lo peor que pudiera pasar. Porque necesitas superarte, prepararte, contar con nuevos recursos. Más de un proyecto de envergadura te espera, estás consciente de que no pueden esperar más por ti que lo que tú has esperado por ellos.

Mas ahí estás, agobiado, cansado, sin poderte responder la pregunta del porqué poner tus manos sobre las piernas y reincorporarte. Todos tenemos un momento así. La mayoría de los sueños no se frustran porque fallen los planes, sino porque falla el entusiasmo de luchar por ellos hasta el final.

Por ahí ya veo llegar tus sentimientos de inferioridad. Vienen junto a las ideas de que tal vez no sea posible lo que te planteaste en un principio. Esa sonrisa y esa fe que tenías en esos días se vuelven borrosas. Sabes bien que otros lo han logrado pero ahora comienzas a sentirte como si fueras menos que ellos. Y repasas mentalmente tus deficiencias buscando una explicación o más bien un pretexto para no continuar luchando.

Pero oye bien esto: NO-PUE-DES-PER-MI-TÍR-TE-LO. Hay que seguir ya mismo. Y la manera en que lo vas a hacer, el recurso que vas a utilizar son tus propios sentimientos de inferioridad. Pues ellos no son tus enemigos necesariamente.

Pero ¡vamos! Los sentimientos de inferioridad son la maldición de mucha gente, dirás. Cómo vamos a venir ahora con eso de que son los que me van a sacar de este hoyo. Pues como te cuento. El peor consejo del mundo (o uno de ellos) es ponerle la mano en el hombro a alguien y decirle: “no pienses en tus problemas”.

Los sentimientos de inferioridad pueden llegar a ser tormentosos, es verdad. Hay estudios demostrando que consumen una gran parte de la energía mental de quienes los padecen. Pero también es verdad que hay evidencias a favor de considerar que el problema no es propiamente el sentimiento de inferioridad. Es el para qué la persona lo utiliza. O para decirlo con exactitud, es el contra qué la persona lo utiliza. ¿Lo utilizas contra ti mismo?

Leonardo da Vinci, uno de los más grandes genios de todos los tiempos; creía que la mayoría de sus obras no tenían suficiente calidad. Dejó más de un cuadro sin acabar y muchos dibujos no llegaron hasta nuestros días. Cada nuevo proyecto que emprendía era también un obsesivo intento de luchar contra ese gran sentimiento de insatisfacción.

Su creencia de no tener ni mucho menos un resultado valioso lo convertía en un buscador incansable de la perfección. En esa visión tan crítica sobre su obra, tuvo uno de sus más importante secretos para su energía. Y con ella logró junto con su exquisita cultura, la parte más brillante de su extraordinario arte.

Siendo así tienes una decisión que tomar. O utilizas tus fracasos y tus inseguridades solo para desalentarte. O utilizas tus inconformidades como la razón más poderosa para hacerte mejor. Ellas son como el propergol que impulsa a un trasbordador espacial. Pueden llevar lenta pero poderosamente una carga pesada de sueños, directo al cielo.

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Las Verdaderas Causas de tu Timidez

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Artículo aportado por Articulo.org.

Acerca del autor:

sutilezas

Salmo 23

El señor es mi pastor, nada me faltará.
Él me hace descansar en verdes praderas, me conduce a las aguas tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre.
Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal, porque tú estás conmigo, tu vara y tu bastón me infunden confianza.
Tú preparas ante mí una mesa, frente a mis enemigos; unges con óleo mi cabeza y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu gracia me acompañan a lo largo de mi vida; y habitaré en la casa del Señor por muy largo tiempo.

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